Desde hace tiempo la fibra se relaciona con una mejor salud, pero una nueva investigación muestra cómo la microbiota intestinal podría jugar un importante papel en este proceso. Los microbios beneficiosos se alimentan con las fibras fermentables (provenientes de verduras, granos integrales y otros alimentos) que no son digeridas por las enzimas humanas durante su viaje por el tracto intestinal.
Estas fibras llegan al intestino grueso relativamente intactas, listas “para ser devoradas” por la microbiota. Los microbios extraen energía extra de la fibra, así como nutrientes, vitaminas y otros compuestos. Los ácidos grasos de cadena corta obtenidos a partir de la fibra son de gran interés, ya que se han relacionado con una mejor función inmunitaria, una disminución de la inflamación, y con la protección contra la obesidad.